De repente, ya no estáis en mi camino
ha sembrado caminos de cristales
entre nuestras vidas
Pero por momentos, el olvido
se olvida se sí mismo
Y
vienen a mí, imágenes
de luz encendida
Paseos en bicicleta entre
los maizales dorados
saludando nuestro paso
Momentos arrancados a la gloria,
entre inmensos campos
nos asaltaban con obsequios
multicolores
en cada esquina, cada vereda.
Recuerdos trenzados de realidad,
Ausencia de dolor y desencanto,
como si los relámpagos irisados
pusieran un punto y final
a una emoción muerta y lívida
A veces, el olvido nos trae ausencias
en frascos multicolores, conteniendo
olores de paz, de renacimiento
Dulce olvido que cierra mis párpados
indolentes,
que abre página para que la vida
me salude de nuevo
y yo, nuevamente ría y llore
y
una vez más, ese color
dorado como el otoño,
me arrastra a un impetuoso
deseo de vivir
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