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sábado, 24 de agosto de 2013

Horrores del siglo XXI



Lo que se venía haciendo desde que el mundo existe, es decir, que el hombre sea un lobo para el hombre, actualmente toma una nueva dimensión sangrante y desgarradora. No porque ahora sea “peor”, es porque gracias a las nuevas tecnologías, es público, notorio, impune, repetido, alardeado, y con mayor a menos grado de consciencia, consentido
Que un grupo de paramilitares viole en masa a una niña de siete años hasta su muerte…puede que también sucediera en todas las épocas, pero que hoy se nos ponga delante de las narices SIN QUE NADIE HAGA NADA, empieza a mellar mi incombustible fe en el ser humano, o en la parte de bondad que coexiste con esa abominación
Es totalmente obsceno que los medios de comunicación publiquen un vídeo de un ser humano arrancándole el corazón a otro y comiéndoselo. Naturalmente no lo he visto, me lo han comentado y también lo he leído. Casi ni importa ni quien ni donde, solo lo que somos capaces de hacer
Que el sueño del ser humano, de mejorar y colaborar con el cosmos, se haya convertido en basura en manos de gobiernos que tan pronto alguien protesta contra una injusticia, su respuesta es “¡que se jodan!”, por muchas explicaciones que quieran dar luego, a mí me dejan por unos segundos con la sensación de ser basura cósmica…por unos segundos ya digo. Espero que al menos la Historia les pase factura (mi mente soñadora)
Cuando un grupo de adultos planea raptar a niños desconocidos o incluso de su entorno, para abusar de ellos y además comercializar fotos y vídeos, no solo comenten un crimen infame, es que además nos roban a todos un poco de inocencia, un bastante de alegría y un mucho de dignidad. Aunque las palabras para las víctimas no existen en el diccionario
El conflicto en Siria deja un millón de niños como refugiados. Este es el comentario menos cruento de la serie de disparates que se pueden leer de este  país devastado ¿De quién son esos muertos? ¿tendrán algo que ver con los empresarios sin escrúpulos  que se enriquecen con la venta de armas, en países occidentales como el nuestro, mientras se asombran de las matanzas?
No puedo seguir. Y no solo porque la lista sería interminable. No solo porque estas palabras son igual que agua tirada a un bloque de hielo. Tampoco porque los autores de tales genocidios no se arrepienten, disfrutan y alardean con ello.  Es que  además no quiero perder la fe en el ser humano, ni la esperanza en que el mundo alguna vez lamerá sus heridas
 
 

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