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jueves, 17 de mayo de 2012

Ballena blanca..


Yo soy un Ahab del lenguaje,
mi Moby Dick nada en el papel blanco,
indistinguible cachalote lo anunciaré desde lo alto,
mi arpón será un lápiz, le daré muerte
o me arrastrará hasta el fondo, quebrando
mi barca de madera.
Gritaré como los marineros de Melville:
«Ojo agudo para el cachalote blanco,
una lanza aguda para Moby Dick».
Descubriré una a una en el océano
las ballenas-blancas del poema,
y fijas con mi arpón las dejaré.
En Nantucket, como Moby Dick, las palabras
no darán provecho, no convertiré su furia
en aceite y sí en trozos de vela que iluminen noches de tormenta.
Las palabras del poema están vivas,
aunque con arpón prendidas al papel,
prendidas al papel y nadando en sus aguas:
¡Olas del pensamiento por grandes peces atravesadas!
¿Hay ballena que nade más
por los siete mares del tiempo,
por los otros siete del idioma,
que la ballena blanca de Melville?
Hace más de cien años que navegan Ahab y su ballena,
hace mucho más de cien que el hombre pesca
en el papel las palabras del poema.
El Starbuck que hay en mí se rebela.
No venderé su aceite en Nantucket,
jamás arribaré al puerto,
ese trozo de mar en tierra firme,
ese pálido muelle cercado de poemas.




¿Me volveré loco porque Ahab tiene un mástil en los ojos?
Pero Moby Dick no es una ballena
eso lo sabe Ahab, eso lo sé yo.
Monstruo ubicuo, la palabra, ballena blanca,
en todos los mares ataca y se halla.
No es ella, lleva escondidas en su alma
profundidades demoníacas, aguas revueltas y negras;
en su lomo, conchas, algas, mejillones
milenarios y secretos brillan acerados por la luna
con cósmico misterio.
Todas las pasiones contemporáneas del hombre,
y también las cosmogónicas,
botánicas, minerales, zoológicas,
nadan en la ballena del idioma.
Ay de aquel que hunda su arpón irresponsable,
sentirá una fuerte presión, se le desfondará el tórax.
Pájaros marinos, verdugos de un dios que castiga
para siempre a Prometeo,
los peces nadarán eternamente por su quilla,
indiferentes a su dolor, a su mirar vidrioso.
Pero el esperma vigoroso de la palabra
Surgirá la llama de la vida
Vale pues el riesgo. ¡Ahab, dame el arpón!


Antonio Deltoro
(México, 1946)

1 comentario:

  1. Amigo querido, estuve unos días ausente y al venir a dejar mis palabras sobre una peli me encuentro una hermosa amalgama de arte, pensamientos, información, y un montón enorme y hermoso de ilusión y diversidad
    No por conocido es menos interesante recordar las reflexiones de Noam Chomsky.
    Es una delicia encontrar algunos rincones cartageneros que traes a nuestra tierra independiente. Rencontrar a Alberti fue una sorpresa emotiva, me di cuenta de que llevaba años sin leerlo. Tras esos álamos y sauces, una ballena blanca nos lleva a otros mundos
    Recordar lo que es un zulo…y pensar en un crepúsculo que armoniza las luces tamizando hasta las conciencias…todo un lujo de semana
    Gracias y abrazo fuerte

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