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jueves, 29 de diciembre de 2011

En los ríos del olvido...

Afortunadamente de vez en cuando me baño en los ríos del olvido. Me duermen las penas, me purifican las culpas y me dan una nueva oportunidad
En una de esas ocasiones, en la orilla de un río galaico estrecho pero caudaloso; en un día pleno de luz y de calma…estaba sola pero rodeada de multitud de personas desconocidas
Reían, discutían, chapoteaban… Yo, sentada en una roca, metía los pies en el agua helada. No sabía muy bien por qué estaba allí pero me sentía triste
Las figuras humanas (las veía en realidad borrosas), me resultaban vagamente familiares. Algunas parecían irradiar una luz que me ofrecía consuelo…pero otras…tenía que apartar la vista apresuradamente con el corazón apretado de angustia. Lo terrible es que no sabía de antemano hacia donde mirar
Sentí dolor y me di cuenta de que estaba sentada sobre una zarza. Recordé la historia bíblica de Abrahán y me dije a mi misma ¡QUE NO!
Y  a pesar del rechazo que me produce el agua fría, me eché al río que me acogió con un abrazo extrañamente cálido
Con los ojos cerrados bracee unos instantes con dificultad. El agua me arrastraba. Me agarré a una piedra que sobresalía y abrí los ojos.
Las figuras desdibujadas de personas extrañamente familiares parecían alejarse. Metí la cabeza debajo del agua y no sentí temor.
Al sacarla comprobé que las figuras estaban cada vez más lejos y borrosas
Fui girando a mi alrededor y según lo hacía, los contornos de esas figuras se iban difuminando entre las ramas de los árboles y los rayos del sol
Nadé alegremente ya sin dificultad. Los negros pensamientos, los fantasmas, desaparecían de mi mente hasta olvidar lo que me estaba inquietando
Aquella soledad, aquel paisaje que me arropaba suavemente, la luz que me atraía como si fuera una intrépida polilla…pero a esas alturas ya no recordaba que me había bañado en un río del olvido



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