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domingo, 13 de noviembre de 2011

Un día cualquiera

Necesitaba una señal. Día de domingo. Y de redención interna. Camino de palabras. Dejadas como un agarre a este mundo. A cada movimiento. De mi cuerpo dolorido. Volvía al sendero. En pos de una señal. Tras la contestación. En un breve mensaje. Nada. Trabajé fuerte. Con el espíritu aún débil. Y el día se amontonó. Hora tras hora. Insomne. Inmisericorde. Sin encontrar la señal. No es una queja. Ni tampoco un reproche. Tan solo es mi manera. De soltar la pena. Mi forma de enfocar. Las aristas de la vida. Incluso es mi excusa. Para decir te quiero. Soy como un poliedro irisado. En cada cara un reflejo. Diferente. Un nuevo color. O tal vez la nada.

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