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martes, 20 de agosto de 2013

Naturaleza humana



Tras dormir en un lecho de temor durante siglos,  Yamila despertó en un rayo de luna que acariciaba su cara. No preguntó, ni siquiera la duda rompió su deslizante despertar

Y jugó a vivir como si cada día fuera el final, el amor es agónico y vivificante, lo iba comprobando cada día en cada nueva oleada de pasión o de dolor

Olvidó quien era y de donde venía, un enorme colador de sueños borraba su pasado y su futuro, solo el presente junto a un ser caótico y tierno tomaba forma en su cuerpo y en su nublada mente

Pero a la naturaleza humana hay que cuidarla, no jugar a ser dioses con los sentimientos que se ofrecen cual sacrificio “ámame y haz de mi lo que quieras”. La peligrosa tempestad desatada dentro de la mente no conoce medidas y daña donde tenía que reparar

Yamila flaqueaba entre las llamas de un amor que bifurcaba sus deseos y sentimientos, y el dolor producido por quien no la reconocía como libre…incluso para darse

Un día cualquiera la tormenta del dolor rompió el presente en pedacitos de papel. La mirada de él decía que la quería en todos los idiomas conocidos, solo que empezaba a conocerla y eso no era fácil

Ya sin presente, las ruinas de los sentimientos perdieron el camino y la oscuridad pareció tragarlos. Pero es incierto. No se encuentran en el lecho de la necesidad y la entrega, pero el ruido del aire mueve todas las  palabras dichas, algunas muy valiosas

Que nadie dude que allá donde estén, no dejan de ser futuro, siguen buscando un presente con el dolor tamizado por la estela incandescente de la comprensión, de la libertad, y dentro de la negrura…de vez en cuando aparecen destellos de un mundo nuevo…como si una capa de fuego, todavía imperceptible, fuera a cubrir todo el desencanto para terminar brillando con una luz nueva y con la convicción de cuidar la naturaleza humana

 
 
 

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