Tras dormir en un lecho de temor durante siglos, Yamila despertó en un rayo de luna que
acariciaba su cara. No preguntó, ni siquiera la duda rompió su deslizante
despertar
Y jugó a vivir como si cada día fuera el final, el amor es agónico y
vivificante, lo iba comprobando cada día en cada nueva oleada de pasión o de
dolor
Olvidó quien era y de donde venía, un enorme colador de sueños borraba
su pasado y su futuro, solo el presente junto a un ser caótico y tierno tomaba
forma en su cuerpo y en su nublada mente
Pero a la naturaleza humana hay que cuidarla, no jugar a ser dioses con
los sentimientos que se ofrecen cual sacrificio “ámame y haz de mi lo que
quieras”. La peligrosa tempestad desatada dentro de la mente no conoce medidas
y daña donde tenía que reparar
Yamila flaqueaba entre las llamas de un amor que bifurcaba sus deseos y
sentimientos, y el dolor producido por quien no la reconocía como libre…incluso
para darse
Un día cualquiera la tormenta del dolor rompió el presente en pedacitos
de papel. La mirada de él decía que la quería en todos los idiomas conocidos,
solo que empezaba a conocerla y eso no era fácil
Ya sin presente, las ruinas de los sentimientos perdieron el camino y
la oscuridad pareció tragarlos. Pero es incierto. No se encuentran en el lecho
de la necesidad y la entrega, pero el ruido del aire mueve todas las palabras dichas, algunas muy valiosas
Que nadie dude que allá donde estén, no dejan de ser futuro, siguen
buscando un presente con el dolor tamizado por la estela incandescente de la
comprensión, de la libertad, y dentro de la negrura…de vez en cuando aparecen
destellos de un mundo nuevo…como si una capa de fuego, todavía imperceptible,
fuera a cubrir todo el desencanto para terminar brillando con una luz nueva y
con la convicción de cuidar la naturaleza humana
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