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lunes, 20 de mayo de 2013

Un bostezo o un par de ellos..


Como representó Woody Allen en Zelig, la ropa que elegimos, los sitios y personas que frecuentamos, los discos que escuchamos, en fin, las mentiras que contamos proyectan la imagen que nos conviene; una máscara, tirana por biológica, detrás de la que se esconde la persona, a la que acaso se conozca por sus actos o por su apatía. Cuando nos referimos al “niño que todos llevamos dentro” nos referimos a nosotros mismos, al caprichoso, al que recela del otro porque parece limitar sus posibilidades; también al soñador, al utópico, al que le gustaría ser de una manera y es de otra, al que vive escondido tras la máscara de lo superficial.

Alguien escribió que el cuerpo es la máscara que nos contiene. Y no dejará de sorprenderme la obra musical de tipos duros como el músico de jazz Ben Webster, capaz de soltar un puñetazo a la cara de cualquiera antes o después de acariciar los corazones con ese sonido rotundo pero suave de su saxo tenor. Cuentan que no había cosa peor que hacer despertar a Ben Webster. Cuando los músicos de la banda acudían a casa de su madre para recogerle camino de una actuación, sólo ella podía subir a llamar a su habitación. Y todo ello con sumo cuidado, porque lo que éste hacía nada más ser sacado de su sueño era intentar golpear a quien lo hacía. Luego, sobre el escenario, el equilibrio entre la vigilia y el sueño se hacía música.
Aquí su versión de la bella "Stormy Weather"..("Tiempo Tormentoso"..algunas veces).

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