Se acaba el año con numerosas incógnitas por delante y mis deseos de que algunas expectativas se puedan cumplir. Es difícil hacer un compendio, pero ahi se quedan algunas referencias importantes:
Un ciudadano español buscando comida
Un camarero imponiéndose a los antidisturbios en su bar
La tarjeta más auténtica de la sanidad
Un montón de buenos deseos en forma de árbol y bolas solidarias
La educación a la que todos debemos aspirar
Alegoría de la mare blanca sanitario / Lluvia de meteoritos Gemínedes en Israel
La primera nevada del año en India
Una imagen del Dakar en Chile
Mirada de un jubilado holandés y la riada que cerca su casa
Tricampeones, la hazaña de la roja
Mi percepción, a medida que envejezco, es que NO HAY AÑOS
MALOS. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero
malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año
tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de
aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por
eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso,
porque ambos son sólo instancias de aprendizaje. (¿Mamerto Menapace?, monje benedictino)
...y tantas otras cosas que han pasado...y ahora a seguir adelante....
AMÉN....
ResponderEliminarY si no seguimos es peor, mal asunto...
ResponderEliminarSeguiremos Julia...ya lo creo...
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