Si no es posible la del
mundo…hay que buscar al menos nuestra propia
paz
Esa paz interior
(profunda, intrínseca, casi siempre dulce, a veces ligeramente amarga),
conseguida a través de toda una vida de aceptación, rebeldía, resignación, lucha…(en
fin, lo que tocara en ese momento, o lo
que las fuerzas te permiten), que a veces te hace feliz y hasta
orgullosa, pero otras te asusta y te cubre de una pátina de viscosa
culpabilidad.
Esa paz, repito, es mi
mayor apoyo. Y también un conglomerado de emociones desordenadas que a veces
ponen en mi vida algunas sombras aunque no cabe duda que la mayoría del tiempo
ilumina mi camino, desgastado, infinito…pero siempre esperanzador
Lo curioso es que hay
personas que me consideran fuerte, optimista, positiva y casi indestructible;
mientras que otras me ven como alguien eternamente preocupada, agobiada,
intentando abarcarlo todo, estresado y un poco insatisfecha. Soy yo la única
que no puedo opinar de mi misma.
Será tal vez por eso
que tengo sentimientos y opiniones contradictorias respecto a otras personas.
Supongo que es la eterna dualidad del alma humana, que no está solo en nuestro
comportamiento, en nuestras emociones, sino en la visión que tenemos de los
demás. Eso es la vida- “ESO” somos “NOSOTROS”
Rayos helados o
incandescentes. Corazones ardientes y desolados. Fuerzas que intentan cambiar
la fisonomía de los mundos que nos son ajenos, cuando otras veces nos
difuminamos en las esquinas de las dificultades. Lo más horrendo…lo más
sublime…el ser humano
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