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lunes, 5 de diciembre de 2011

Desde mi pasado

Tenía unos 20 años. Estar trabajando en un país extranjero era como una liberación. No era un trabajo para cantar victoria, pero por primera vez era yo misma, o tal vez sería mejor decir que era el proyecto de lo que quería ser, y que supongo que nunca he conseguido del todo
Es curioso cuando se habla de la soledad, de la compañía…creo que lo mejor de esa época era que estaba sola. En realidad me rodeaba bastante gente, pero yo aceptaba o no, elegía, no era nada por obligación, responsabilidad o incluso amor. Simplemente era
De aquella  época habría mucho que escribir, no fue mucho tiempo, pero si tenía la magia de un sueño y el día a día no era una sucesión de tengo que, debo de…
Ya sé que la memoria es selectiva, no hay más que volver a leer un libro…o a pensar en determinados momentos del pasado; ni tan siquiera se recuerdan siempre igual
Yo estaba pasando de persona tímida y retraída a querer soltar amarras y gritar…a veces parece que fue solo un sueño
En una ocasión una gran infección de oído me hizo ingresar en el hospital donde trabajaba. Por entonces mi timidez ya iba perdiendo fuelle y quitando el primer día que estuve atontada por los calmantes, el resto fue como un cuento de hadas
Todos los españoles, italianos y algunos ingleses compañeros de trabajo, pasaron por allí a visitarme, flores, plantas, dulces…creo que nunca estuve tan mimada. Incluso alguna de las jefas consideradas “duras” me ofrecieron detalles que agradecí mucho
Así pues me encontraba con dolor pero con la autoestima por los aires. Ahí creo que fue cuando mi sentido del ridículo empezó a diluirse
Aunque el pabellón era de pacientes de otorrino, estaba lleno de mujeres con otras patologías venidas de otros pabellones más saturados, y creo que su estancia allí por unos días fue más llevadera gracias a una española jovencita que se sentía feliz
Ayudaba a levantarse a una señora alemana operada de no se qué. Peinaba la larga trenza a una chica hindú preciosa, jugaba con una niña inglesa que estaba como yo con un oído problemático…las enfermeras me indicaban lo que iban haciendo en cada caso…a pesar de mi escaso conocimiento del idioma, pero no podía parar un momento
En el gran baño común no había ducha, era una bañera de esas antiguas separadas de la pared. A veces me regañaban porque no salía del agua…¡que delicia!
Pero lo mejor…fue la víspera del alta. Yo ya sabía que me iba y las muestras de afecto en general me dieron una idea..
Esa última noche, cuando ya todas las luces estaban apagadas…encendí la del baño…y allí entre ocho o diez camas casi todas ocupadas, con el reflejo de la luz del baño y de la luna que se abría paso entre las ventanas…les canté y bailé todo lo que conocía de España…supongo que estaban alucinadas
Incluso tuve el atrevimientos de cantar y bailar flamenco, una gallega descerebrada en aquel momento…dejó atrás complejos y convencionalismos y se entregó a tope en aquel sueño surrealista.
El caso es que al final aplaudieron a rabiar y me dieron unos abrazos tremendos. Raihbea, la chica hindú incluso lloró y yo sentí que de alguna forma, en el mundo se podía hacer felices a los demás sin grandes cosas
Más tarde descubrí también que era más complicado que todo eso, pero en aquel momento la magia estaba en aquella habitación de hospital

3 comentarios:

  1. Gracias Volvoreta.. por deleitarnos con este bello y tierno bocadito de tu joven pasado..un beso

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  2. Me gustaría entender, porqué no has sido, o eres escritora, ya que sacas maravillosas historias, con un lenguaje depuradísimo, eres amena, profunda, reflexiva...
    No pares de escribir nunca, por favor.

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  3. Me sumo a lo dicho por Atreyu, Volvoreta, es una delicia leerte siempre
    Como veis entro poco y es que Tristán ...... iba a decir me absorbe pero no es asi yo le absorbo a el, me llena de ilusión y de alegría por ello me quedo sin tiempo pero completa
    Un fuerte abrazo amigos

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