Buscar este blog

sábado, 8 de octubre de 2011

Con una sonrisa


Cuando era pequeña y tocaba leer los diez mandamientos, si bien todos me parecían absurdos (unos por su obviedad, otros por la incongruencia), reconozco que lo de “no desearás a la mujer de tu prójimo” me llevó de cabeza durante largo tiempo. Como preguntar a los adultos no servía de mucho, viví en un limbo inocente hasta que fui conociendo un poco a los hombres comprendí (más o menos) entonces por qué no existía un mandamiento que dijera “no desearás al hombre de tu prójimo” (o prójima, que se yo)

Me seduce la belleza, como no (“esa” precisamente que me seduce a mí, no la que marca una moda)

A veces me he sentido atraída por atributos de otras personas que me cautivaban. El uso de las palabras, la generosidad de ánimo, ocurrencia, un principio de igualdad, una sonrisa especial, una labor solidaria…en fin, muchísimas. De vez en cuando te encuentras con alguien que te aporta algo especial (aunque el resto no te sirva para crecer).

Supongo que el hecho de ser una mujer fiel forma parte también de una educación determinada. Pero nunca, ¡nunca!, estando enamorada, me apeteció ningún tipo de contacto físico fuera de la persona amada

Solo que como decía un amigo mío, “los hombres somos promiscuos por naturaleza”

Parece que algo de visión tenían aquellos mandamientos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario