
Me gustaría regalarte una ausencia indolora. Cubierta de aleteos de brazos alrededor de tu torso. Ofrecerte cada día en la distancia el roce de una piel incandescente. Crear con papel dorado un sol de diversos tamaños, para que los pasaras con amor por todos tus objetos de culto. Desearía cada mañana que amanezco lejos de ti, dejar el olor de mi cuerpo en el hueco de la almohada que tu respirarás tan pronto abras los ojos. Tenerte cerca más a menudo, para alejarme con más ligereza y con la promesa implícita de un nuevo encuentro. Inventaría una nueva oleada de sonrisas para anegar de risa la pena de tus pesadillas. Y juntos podríamos hacer un viaje por la fascinante historia de la música. Te raptaría para llevarte a un castillo de fuego donde nadie pudiera acercarse a entorpecer los dibujos de nuestros cuerpos en un estanque bañado de luz de luna. Y finalmente, te olvidaría cada día para tener la felicidad de conocerte cada noche…
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