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viernes, 5 de abril de 2013

Arrogancia y cinismo (4/5) 4ª parte


"Ninguna persona cambia hasta que su situación deviene insoportable" (José Antonio Marina)
En caso de sentirnos cuestionados sole­mos defendernos impulsivamente por medio de la arrogancia (5), muchas ve­ces disfrazada de escepticismo. Esta es la razón por la que solemos ponernos a la defensiva frente a aquellas personas que piensan distinto. Al mostrarnos soberbios e incluso prepotentes, intentamos preservar nuestra rígida identidad.
Si seguimos posponiendo lo inevi­table, la arrogancia suele mutar hasta convertirse en cinismo (6). Sobre todo tal y como se entiende hoy día. Es decir, como la máscara con la que ocultamos nuestras frustraciones y desilusiones, y bajo la que nos protegemos de la insa­tisfacción que nos causa llevar una vida de segunda mano, completamente pre­fabricada. Tal es la falsedad de los cíni­cos, que suelen afirmar que "no creen en nada", poniendo de manifiesto que en realidad no creen en sí mismos.
Por último, existe un séptimo mecanismo de defensa: la pereza (7). Y aquí no nos referimos a la ' definición actual, sino al significa­do original. La palabra pereza pro­cede del griego acedia, que quiere decir "tristeza de ánimo de quien ' no hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría realizar".
En fin, nadie dijo que fuera fá­cil, pero para empezar a cambiar, solo hay que dar un primer paso.



 Yo añadiría que cuando la situación se hace insoportable, pueden suceden dos cosas, que cambiemos según las circunstancias nos mandan si no vemos otra salida; o buscamos otra solución a la desesperada, sin calibrar consecuencias posteriores. Difícilmente ninguna opción saldrá bien

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