"Ninguna persona
cambia hasta que su situación
deviene insoportable" (José
Antonio Marina)
En caso de sentirnos
cuestionados solemos defendernos impulsivamente por medio de la arrogancia
(5), muchas veces disfrazada de escepticismo. Esta es la razón
por la que solemos ponernos a la defensiva frente a aquellas personas que
piensan distinto. Al mostrarnos soberbios e incluso prepotentes, intentamos
preservar nuestra rígida
identidad.
Si seguimos
posponiendo lo inevitable, la arrogancia suele mutar hasta convertirse en
cinismo (6). Sobre todo tal y como se entiende hoy día.
Es decir, como la máscara
con la que ocultamos nuestras frustraciones y desilusiones, y bajo la que nos
protegemos de la insatisfacción
que nos causa llevar una vida de segunda mano, completamente prefabricada. Tal
es la falsedad de los cínicos,
que suelen afirmar que "no creen en nada", poniendo de manifiesto que
en realidad no creen en sí
mismos.
Por último,
existe un séptimo
mecanismo de defensa: la pereza (7). Y aquí no nos referimos a la
' definición
actual, sino al significado original. La palabra pereza procede del griego
acedia, que quiere decir "tristeza de ánimo de quien ' no
hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría
realizar".
En fin, nadie dijo que
fuera fácil,
pero para empezar a cambiar, solo hay que dar un primer paso.
Yo añadiría
que cuando la situación
se hace insoportable, pueden suceden dos cosas, que cambiemos según
las circunstancias nos mandan si no vemos otra salida; o buscamos otra solución
a la desesperada, sin calibrar consecuencias posteriores. Difícilmente
ninguna opción
saldrá
bien
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