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miércoles, 10 de septiembre de 2014

PERCEBEIROS...

" Quizás una de las profesiones más desconocidas, peligrosas y peor pagadas sea la de percebeiro. Mujeres y hombres que se juegan la vida cada mañana para mariscar un puñado de percebes."


La profesión de percebeiro es una actividad peligrosa debido a la
exposición al fuerte mar de los lugares en los que se encuentran los
percebes. El mar frío y agitado de la costa gallega hace que los
percebeiros sean auténticos profesionales y portadores de un valioso
conocimiento del comportamiento marítimo costero. 
En muchas localidades costeras hay mujeres percebeiras que gozan de un
gran respeto por su habilidad y buen hacer en la extracción y selección
del percebe.
Se emplea generalmente una raspa o raspeta para desprenderlo de la
roca. Los percebeiros (los encargados de recolectarlos) tienen especial
cuidado en no romper la parte musculosa del percebe en el momento de la
extracción a efectos de que el percebe conserve todas las propiedades
biológicas y gustativas. Además un percebe bien cortado puede
mantenerse vivo durante varios días. Solo se puede capturar en zonas en
las que hay un Plan Específico de Explotación aprobado por la
Consellería de Pesca. Los capturados en Galicia ofrecen, sin duda, una
mayor calidad que algunas pequeñas partidas que llegan de otros países
como Canadá, Marruecos y Portugal. Esto se debe a la riqueza nutritiva
de las aguas gallegas.





Para ilustrar con sólo un ramillete de palabras cómo se sobrevive en este trabajo, transcribo las palabras de uno de esos trabajadores: Suso Lista, Patrón Mayor de la Cofradía de Corme (A Coruña) y experto percebeiro.

"Hay días en que mi mejillas se ruborizan porque no alcanzo a definir si mi profesión es un modo de ganarme la vida o, por el contrario, es una forma temeraria de jugar con la muerte.
Cada mañana, al despuntar el alba, llueva, granice o reine implacable el sol en el cielo, armado de mi ferrada y una pequeña bolsa de malla me dirijo por senderos abruptos hasta las piedras, a esas piedras agrietadas durante milenios por los golpes del mar, en cuyos surcos se esconden silentes los percebes. 
Mi trabajo es danzar con las olas, hay días que me mecen con su monótono rumor, otras me escupen con sus rugidos hasta calarme los huesos, en ocasiones me agitan como si fuera un títere, pero siempre -hasta hoy- me han bendecido con sus frutos.
Puedo escribir cientos de libros con los miles de detalles que ornan mi trabajo, pero creo que me faltarían palabras para expresar con nitidez su crudeza"

Y AÚN HAY QUIEN DICE QUE LOS PERCEBES SON CAROS.

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