Hoy
amaneció de una verde anaranjado que deja patente que no va a ser un día
más, desde luego que no. Me asomé a la ventana y entonces todo queda
absolutamente claro.
Decía aquella profecía del más antiguo de los
pueblos con tradición escrita, que en un lejano siglo XXI, el sol se vestiría
de verde, y ese día todo el mundo se enamoraría
Mi
reacción fue una primera sensación de incredulidad, una sonrisa bobalicona de
alegría y por último, una sonora carcajada…creo que de vuelta a la incredulidad
Salí
precipitadamente a la calle y comprendí que efectivamente no era un día
cualquiera
De
entrada, el tráfico era un caos, los conductores empeñados en dejar pasar
delante a todo el mundo; los municipales rompiendo multas, los obreros
ofreciendo ayuda a los turistas que a su vez echaban hormigón en los baches
El
efecto amor no era de uno en uno, mejor dicho cosa de dos, más bien algo universal

De
pronto…yo, yo...vi una flor sobre mi mesa…y quedé profundamente enamorada de la vida
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