Buscar este blog

sábado, 1 de junio de 2013

La prisionera (2ª parte)


Se despertó con una sensación extraña, como si no pudiera abrir los ojos. Con la cabeza embotada y los pensamientos inertes, se esforzó en recordar algo. La noche anterior había tenido  una “visita”….una habitual…y no de los peores. Le sintió nervioso, apurado. Había sido rápido. Le pidió algo concreto, algo que a estas alturas ya no le daba ni asco. Lo mejor era siempre lo más rápido
Incomprensiblemente él, antes de irse, le había dado una pastilla diciendo que era para que descansara. Ella se la había tomado con la esperanza de no despertar. Pero no era así, se sentía entumecida pero estaba despierta. Era incapaz de pensar con claridad, pero pudo darse cuenta de que por la puerta se filtraba una diminuta rendija de luz. ¿Estaba abierta?. Se levantó vacilante, dio unos inseguros pasos hacia lo que creía una alucinación. Llegó con temor a la puerta, toda su desorientación  se despejó de golpe al ver que la abría sin dificultad
Se asomó sin pensar y vio un pasillo iluminado y desierto. Una siniestra hilera de puertas más o menos entreabiertas. El silencio era absoluto. Se asomó un poco más, lo justo para asegurarse que efectivamente nada ni nadie interfería en la fantasmagórica imagen que contemplaba
Echó a correr impulsivamente. Pasaba de un pasillo a otro chocando con esquinas, sudando esperanza y pavor a partes iguales. A veces tenía que dar la vuelta al encontrarse con una pared sin salida, impenetrable
Jadeante, tuvo que aminorar el paso, al poco le pareció oír el rumor de voces. Escuchó, intentó orientarse por aquel sonido cada vez menos imperceptible. Sí, eran voces, muchas  y enérgicas. Fue hallando el camino y al final vio la “puerta”,  la última. Aquel descomunal monstruo de hierro con las fauces abiertas de par en par
Llegó sin fuerzas, la cruzó y de nuevo creyó estar ante una alucinación.  Decenas de personas corrían de un lado a otro. Vehículos militares acordonaban la zona. Un hospital de campaña se adueñaba del frente de aquel descampado que continuaba tras el aterrador edificio de piedra. Se dio cuenta…era libre…ya no más maltrato, no más violaciones ni encierro
Las habían liberado a todas. Alguna mujeres lloraban, otras se abrazaban, pero a pesar de la alegría mezclada  con la incredulidad,  todas, fuera cual fuera su gesto, tenían la misma mirada…medio perdida, medio congelada
Se paró sin darse cuenta; una fina lluvia empezó a caer mezclándose con unas lágrimas  que ni siquiera sentía…no veía nada, no oída nada…
Respiraba despacio intentando no ahogarse y sentir de nuevo la sensación de estar viva
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario