
Incomprensiblemente él, antes de irse, le había dado una pastilla diciendo
que era para que descansara. Ella se la había tomado con la esperanza de no
despertar. Pero no era así, se sentía entumecida pero estaba despierta. Era incapaz
de pensar con claridad, pero pudo darse cuenta de que por la puerta se filtraba
una diminuta rendija de luz. ¿Estaba abierta?. Se levantó vacilante, dio unos
inseguros pasos hacia lo que creía una alucinación. Llegó con temor a la
puerta, toda su desorientación se despejó
de golpe al ver que la abría sin dificultad

Echó a correr impulsivamente. Pasaba de un pasillo a otro chocando con
esquinas, sudando esperanza y pavor a partes iguales. A veces tenía que dar la
vuelta al encontrarse con una pared sin salida, impenetrable
Jadeante, tuvo que aminorar el paso, al poco le pareció oír el rumor de
voces. Escuchó, intentó orientarse por aquel sonido cada vez menos
imperceptible. Sí, eran voces, muchas y
enérgicas. Fue hallando el camino y al final vio la “puerta”, la última. Aquel descomunal monstruo de hierro
con las fauces abiertas de par en par
Llegó sin fuerzas, la cruzó y de nuevo creyó estar ante una alucinación. Decenas de personas corrían de un lado a
otro. Vehículos militares acordonaban la zona. Un hospital de campaña se
adueñaba del frente de aquel descampado que continuaba tras el aterrador
edificio de piedra. Se dio cuenta…era libre…ya no más maltrato, no más
violaciones ni encierro
Las habían liberado a todas. Alguna mujeres lloraban, otras se abrazaban,
pero a pesar de la alegría mezclada con
la incredulidad, todas, fuera cual fuera
su gesto, tenían la misma mirada…medio perdida, medio congelada
Se paró sin darse cuenta; una fina lluvia empezó a caer mezclándose con
unas lágrimas que ni siquiera sentía…no
veía nada, no oída nada…
Respiraba despacio intentando no ahogarse y sentir de nuevo la
sensación de estar viva
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