/Se acaba el tiempo delas palabras y comienza (tiene que comenzar) el
de los hechos/
Las palabras siempre me parecieron algo fascinante. Ya de muy pequeña
las repetía para mí una y otra vez, pensado como una sols (no digamos un
grupo encadenadas), podía
decir “tanto”. Luego de joven seguía creyendo en la fuerza de las
palabras
En el principio, poema de BLAS
DE OTERO
Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo
que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza, / me
queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo / lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio, / me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro / puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos, / me queda la palabra.
Desde la primera vez que leí ese poema de Blas de Otero, lo sentí como
mío y en los momentos de impotencia por…muchas cosas…me repetía…nos queda la
palabra…aunque a estas alturas no sé si mi palabra le vale o le importa a nadie
La palabra es como la dinamita, todo depende del uso que se haga de
ella. Desafortunada, inevitablemente, los años (mis años) le han quitado parte
de la magia, del significado profundo
Se cogen palabras inmensas: justicia, libertad, amor…y se usan de forma
indiscriminada a favor de los propios intereses. Se comercia, se trafica con la
palabra y casi nadie parece sentirse mal por ello. Desde los sentimientos, la
realización de un trabajo pagado, o como no en política…las palabras son usadas
con una ligereza, con un cinismo…que a veces no quiero ni leerlas ni
escucharlas
Los benditos y a la vez abominables medios de comunicación son una
buena muestra. A veces me pregunto para que
“informarse” si más bien nos confunden y desinforman. Pero
desafortunadamente no hay muchas alternativas

Está tan arraigado el tema de corrupción, que es difícil imaginarse un partido,
una formación que esté dispuesta a
cambiar las cosas (y conseguir que les dejen). Y ya no es que no me
sienta representada por un gobierno, es que me siento agredida
Soy incapaz de oír son serenidad a nuestros políticos. Ver que la
mentira se acuña como verdad, que nos engañan con frialdad y alevosía. Se
atreven a asegurarnos lo que es imposible, a barrer muchos derechos con total
impunidad. A criminalizar acciones reivindicativas de los nuevos apestados de
la sociedad. ¿Qué pasa si algunas acciones no son totalmente pacíficas? Todavía
no sé de ningún político que se haya suicidado por esa presión. Ni tan siquiera
dimitido. Pero los muertos sin nombre no
importan a nadie(y aquí un recuerdo para la última víctima de los desahucios,
Inocencia Lucha, 43 años, minusválida, tres hijos, separada y con la sombra del
banco sobre su cabeza, tras quemarse a
lo bonzo en una sucursal bancaria, moría 81 días después por la extensión de
las quemaduras, trágico descanso para la portadora de tan simbólico apellido )
Saben que nos están desmantelando un sistema democrático que es con
todos sus fallos, mejor que ningún otro. También saben que lo están haciendo
con cualquier atisbo de esperanza
Y lo peor es que lo hacen mintiendo con una claridad e indiferencia que
pone los pelos como escarpias. Ufanos y sin dejar de traslucir su estatus
privilegiado. Cada uno en su sitio
Cada día escucho palabras que me tiñen el corazón de luto. Y lo peor es
que parece como una epidemia que se extiende a otros ámbitos más personales.
Debe ser el divide y vencerás. O que no somos tan independientes y tolerantes como
pensamos
En ocasiones intento no saber nada de lo que pasa. Es difícil y no sé
si cobarde. Pero no quiero que acaben con mis amadas palabras. Con su
significado más elevado. Con mis perspectivas de futuro, con mi ilusión por
seguir resistiendo. Porque sí, porque en la medida que pueda quiero luchar ante
tanto desánimo
Mi mensaje ante tod@s l@s mentiros@s es: HA LLEGADO EL MOMENTO DE LOS
HECHOS. NO VALÉIS NADA SIN ELLOS. LAS PALABRAS TIENEN SU PROPIO SIGNIFICADO, Y
NO PODRÉIS ENSUCIARLO
No hay comentarios:
Publicar un comentario