Una confitería legendaria de Cartagena,
en la calle del Aire número 22, fundada en agosto de 1928 por los hermanos Ginés
y Francisco Sánchez Conesa cerrará sus puertas el próximo 30 de abril.
Antonio Sánchez Ríos (hijo de Ginés) ha dicho que lo deja, ha llegado
el momento de su más que merecida jubilación y a pesar de que es un negocio
próspero no hay continuidad familiar y bajará la persiana definitivamente.
Es una decisión que ha costado trabajo, ya que lleva toda su vida trabajando en el obrador, elaborando todo tipo de pasteles y dulces que han obtenido un prestigio sin igual en Cartagena.
Hablar de la Espiga Dorada es remontarse a tres generaciones que han tenido como base el trabajo en familia, donde era muy fácil ver a todos los miembros que la componen hoy día ayudando en los trabajos del obrador, sacando viandas, atendiendo al público, y siempre con una amabilidad y profesionalidad que la ha caracterizado.
Quién no ha probado las empanadillas y pasteles de carne de la Espiga Dorada, y que goloso no se ha deleitado con los dulces de Cartago, o Dátiles de Getsemaní (dátiles rellenos de una pasta de almendra y dulce de leche), caramelos de crocanti, las yemas de huevo, delicias de pregonero, las tortitas de Júpiter (hechas expresamente para las Fiestas de Carthagineses y Romanos), y un largo etcétera de dulces que han hecho el paraíso de los golosos.
Es una decisión que ha costado trabajo, ya que lleva toda su vida trabajando en el obrador, elaborando todo tipo de pasteles y dulces que han obtenido un prestigio sin igual en Cartagena.
Hablar de la Espiga Dorada es remontarse a tres generaciones que han tenido como base el trabajo en familia, donde era muy fácil ver a todos los miembros que la componen hoy día ayudando en los trabajos del obrador, sacando viandas, atendiendo al público, y siempre con una amabilidad y profesionalidad que la ha caracterizado.
Quién no ha probado las empanadillas y pasteles de carne de la Espiga Dorada, y que goloso no se ha deleitado con los dulces de Cartago, o Dátiles de Getsemaní (dátiles rellenos de una pasta de almendra y dulce de leche), caramelos de crocanti, las yemas de huevo, delicias de pregonero, las tortitas de Júpiter (hechas expresamente para las Fiestas de Carthagineses y Romanos), y un largo etcétera de dulces que han hecho el paraíso de los golosos.
Generaciones de cartageneros han sido clientes
asiduos o
esporádicos de esta confitería, que ha decidido seguir elaborando sus
cremas con la receta que han heredado de sus antecesores, y que no tienen
comparación.
Cuando pasemos por la puerta de la calle del Aire número 22, siempre recordaremos a Antonio en su obrador con su ropa y gorro blanco, a Pilar y Nuria con su delantal y siempre algún detalle de la ocasión de Cartagena(Semana Santa, Carthagineses y Romanos), a Jorge, también de punto en blanco, que venía los fines de semana de Murcia a ayudar a su padre en el obrador, y como no a Pili, Bárbara y José Pedro, que siempre se enganchaban a despachar a algún cliente cuando la situación lo requería, y los niños Pablo, Bárbara y Marta correteando y metiendo ruido de risas y juegos, como corresponde a los más jóvenes de la familia.
Hasta siempre queridos amigos.
Cuando pasemos por la puerta de la calle del Aire número 22, siempre recordaremos a Antonio en su obrador con su ropa y gorro blanco, a Pilar y Nuria con su delantal y siempre algún detalle de la ocasión de Cartagena(Semana Santa, Carthagineses y Romanos), a Jorge, también de punto en blanco, que venía los fines de semana de Murcia a ayudar a su padre en el obrador, y como no a Pili, Bárbara y José Pedro, que siempre se enganchaban a despachar a algún cliente cuando la situación lo requería, y los niños Pablo, Bárbara y Marta correteando y metiendo ruido de risas y juegos, como corresponde a los más jóvenes de la familia.
Hasta siempre queridos amigos.
Fuente (Gaceta Cartagenera.com)
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